PERSONA Y VOCACIÓN:
Vocación, del latín vocare-vocatio, llamado. ¿pero qué tipo de llamado? ¿o llamado a qué? Llamado a la realización personal. Desde lo más profundo del ser humano hay un llamado existencial a tal realización que se expresa, incluso, en los anhelos y en las canciones juveniles.
Vocación, término de origen religioso, que señala inicialmente el camino hacia un estado de perfección espiritual. Pero genera (o debe generar) una actitud, un acogimiento, y requiere de una serie de aptitudes.
Actitud: acogimiento, postura, criterio, forma de ver y entender las cosas desde mi propia perspectiva.
Aptitud: tener las condiciones necesarias o crearlas mediante esfuerzo sostenido y perseverante.
La vocación exige una toma de decisión, una profunda respuesta a realizarnos con empeño y compromiso, siendo conscientes de que nos jugamos la vida en todo ello.
PROFESIÓN
También es un vocablo de procedencia religiosa. Profeso: es quien cumple o promete cumplir sus votos: Profesar es confesar delante de sus superiores y su comunidad.
A la manera del religioso, el profesional confiesa públicamente dominar la materia (teórica y práctica) de su especialidad; indica que conoce mejor que sus clientes aquello para lo que ha formado y estudiado; confiesa que cumplirá las normas del ejercicio profesional y que, consiguientemente, honrará los lineamientos de la ética profesional.
LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA
Está constituida por su Ser Persona, por su característica propia. Si extendemos el concepto a un punto de vista religioso: por ser imagen y semejanza del Creador.
La dignidad de la persona humana es un atributo inalienable, propia de su ser, y constituye el sello más valioso que puede tener una persona: sea rica o pobre, afortunada o mísera, de renombre o un personaje cualquiera, con poder político o sin él, con dotes intelectuales o con pocas habilidades para el estudio y la concentración. En su ser persona radica su dignidad.
En el fondo, la dignidad de la persona humana estriba en sus cualidades y defectos, en sus grandezas y sus yerros, en su comprensión de sí mismo y de los demás, en su capacidad de crear y recrear la vida, las obras, el arte, lo más grande que ha creado la humanidad. Por eso nos atrae y nos conmueve la Pastoral (Beethoven), La Piedad (Miguel Ángel), La Anunciación (Fra Angélico) o las lecturas de Cervantes, Joyce, Zweig, Vargas Llosa, Arguedas, García Márquez...
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